
El Mesón del Virrey, sazón y elegancia en Teusaquillo
Costillas de cerdo bañadas en BBQ, cubiertas con pequeños trozos de ajonjolí, ensalada: aguacate, lechuga, maíz tierno. Arroz blanco, esponjoso, en el punto exacto de sabor y papas a la francesa. La mezcla ideal para ese día en que quieras darte lujos en tu hora de almuerzo y por su puesto, a un precio accesible.

Foto por: Natalia Fuentes
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En el mundo hay dos tipos de personas, las que experimentan sin problema y las que no. Yo, por lo menos, soy malísima experimentado y más con la comida. Sin embargo, me esfuerzo haciéndolo. Precisamente, hace unos días decidí llenarme de valor y atreverme a cambiar mi rutina diaria, cuando de almorzar se trata. Para ello, planee con mis compañeras de trabajo comer en un restaurante ubicado en la Diagonal 40a 14 - 89 Barrio Teusaquillo en Bogotá.
Había escuchado que muchas personas de la zona iban a este restaurante: El Mesón del Virrey. Sus referencias no eran nada malas así que a me transmitió un poco de seguridad. Procedo a entrar y me encuentro con mesas antiguas, hechas de madera rústica y oscura. Lo que concuerda perfectamente con su nombre. Seguidamente, mi atención se centra en el techo. Hay ramas colgando y en ellas, bombillas que emiten luz tenue. Muy sofisticado y agradable para los clientes.
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Pasan menos de cinco minutos y un señor bien presentado me saluda: “buenas tardes señorita, ¿cómo está?” Me pasa la carta y me ofrece el menú del día. En ella, hay diferentes platos. ¿Su especialidad? Parrilla. Por ende, elijo con entusiasmo las costillas de cerdo y le pregunto al mesero con qué vienen acompañadas. Me responde enseguida: “crema de ahuyama o fruta, limonada de coco, arroz blanco, ensalada y papas a la francesa, este vale 10 mil pesos”. Sin pensarlo mucho elijo el plato y él se retira con mi pedido.
Tiempo después, no mucho, llega mi sobremesa: aguada para mí gusto. Mi crema de ahuyama y unas palomitas. Término y enseguida, sin esperar más de 15 minutos el mesero trae mi pedido. Como dicen por ahí, la comida entra por los ojos, y este plato llamó mi atención de inmediato.
La presentación impecable. La salsa de las costillas perfectamente repartida y sin ninguna mancha en el plato. Olía bien, a fresco y el sabor, ni se diga ¡Bastante exquisito!
Las costillas estaban en su punto exacto. No estaban secas, ni grasosas. El arroz por su parte, esponjoso. La ensalada contenía maíz tierno, los famosísimos “maicitos”, lechuga y aguacate. Y finalmente, las papas francesas recién salidas de la freidora y crujientes. Una combinación muy acertada, con razón las buenas referencias de El Mesón del Virrey.
Me voy satisfecha, definitivamente fue un gran almuerzo y no me costó un ojo de la cara.
No siempre se necesitan grandes cantidades de dinero para disfrutar de una buena comida. Simplemente hay que saber buscar los mejores restaurantes de la ciudad y experimentar múltiples sazones. Si desean, y están por el barrio Teusaquillo, quizá, este lugar pueda satisfacer algunos de sus antojos.