
DEL MONTE AL ARTE
(CULTURA DE PAZ)
El conflicto armado en Colombia ha dejado hasta el 2018 más de 262 mil muertos, casi la misma población que habita en el área urbana de Sincelejo, Sucre.
De este total de víctimas fatales 215 mil eran civiles y 46 mil 800 eran combatientes.
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Foto por: Diego Cruz
Estas cifras del Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica demuestran que Colombia es un país desangrado por la violencia y que, aunque se firmó el acuerdo de paz con las FARC en 2016 las víctimas continúan y el derramamiento de sangre no cesa.
Entre los años 2001 y 2019 73.633 personas salieron de grupos armados al margen de la Ley en Colombia; en este lapso 24.313 personas han culminado con éxito el proceso de reintegración y actualmente más de 5800 personas se encuentran en proceso de reintegración con la ARN (Agencia para la reincorporación y Normalización).
Luego de la firma de este acuerdo de paz nace un nuevo panorama en Colombia. Y es que comenzar una nueva vida para aquellos que no conocieron más que las armas y la guerra no es nada fácil, pero siempre hay una luz en medio de la oscuridad.
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El arte es esa luz para muchos de ellos; como para Pedro Casadiegos, un desmovilizado que, aunque la guerra le robo su juventud y con todo lo que un chico de 16 años quiere vivir, hoy a sus 25 años quiere recuperar sus sueños a través de la música. El arte le ha permitido ser mejor persona cada día con alto sentimiento de responsabilidad social, con esta premisa compuso la canción “Soy capaz”.
También Javier ha podido gracias a la poesía superar el dolor de la guerra y tener un proceso de reintegración exitoso luego de haber hecho parte de un grupo al margen de la ley por 3 años.
Hoy habla y escribe sobre su nueva vida, la tranquilidad que siente de poder gozar de la libertad que un día se negó a tener y de haber tomado una decisión acertada, retornar al camino que siempre animo sus sueños; escribir versos del alma, versos que lo motivan a seguir su camino del que nunca debió apartarse.
La cultura y el arte son elementos indispensables en la construcción de paz, y así lo piensan Leonardo Rojas y Astrid Daza dos transformadores de vidas.
Él un excombatiente de las FARC, Ella una pedagoga y gestora social.
Leonardo es asesor nacional del partido FARC en todo lo referente al arte y cultura. Es un hombre amable, sus canas dan una idea de lo entrado en años que esta y sin embargo tiene todo el ánimo de trabajar por la pedagogía de paz a través del arte.
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Ha reunido a más de mil excombatientes a nivel nacional para trabajar las diferentes habilidades artísticas que cada uno posee y mostrarlas al mundo. Han hecho exposiciones de arte, propuestas coreográficas e interpretaciones musicales en diferentes escenarios como el Centro de Memoria Histórica.
Por su parte Astrid es una mujer empoderada que trabaja con ganas por la construcción de paz a través del apoyo de los procesos de reincorporación no solo a través del arte y procesos comunitarios sino del enfoque de género. ella es la directora de proyectos de la Corporación tiempo de mujer.
Con técnicas de musicoterapia y arteterapia ha trabajado con personas desmovilizadas a lo largo del país. Creando espacios de reconciliación, comunión y construcción de paz. Como las “huertas felices” donde la siembra de hortalizas ha creado en las mujeres que allí trabajan un sentimiento de cuidado y responsabilidad en comunidad.
Y es que el trabajo tanto para Astrid como para Leonardo no ha sido nada fácil, las distancias, el dinero, el tiempo han sido factores que han tenido que sortear, el apoyo del Estado ha sido mínimo o casi nulo, mantener a flote proyectos como estos es algo que solo su dedicación y amor ha podido lograr.
Así se está contando una nueva historia de Colombia, una historia llena esperanza y anhelos donde los sueños se vuelven realidad, y para cumplirlos no hay que luchar con armas sino con inteligencia, y la certeza de creer que la paz no es una utopía.